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Grupo de personas de los más variados orígenes y credos residentes en Madrid, con el fin de difundir los valores de la cultura aragonesa desde un criterio abierto y universal

Acto 9. «De la Generación del 98 a la del 27» con José Bello Lasierra

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Cena Tertulia en el Café Gijón.

D. José Bello es socio de Honor de la Asociación Cultural Conde de Aranda

Pepín Bello

NOTAS PREVIAS

El País. 17 de Septiembre de 2000
El País semanal
Javier Rioyo y Jordi Socías
Ni poeta ni pintor. Ni músico ni escritor. Ni rico ni pobre. Ni rojo ni azul. No terminó ninguna carrera, no se le conocen trabajos muy definidos. Ni aventurero, ni viajero -nunca conocerá París, ni ganas-, ni mujeriego ni homosexual. «Por favor, no me llaméis Pepín, ya soy mayorcito», siempre educado, gusta de decir lo que piensa o se calla. Algo bebedor, ex fumador, noctámbulo, felizmente soltero, cuidadoso con el idioma, pero capaz de un elegante taco. José Bello, uno de los mejores exponentes del no hacer, del no ser, tuvo y retuvo una impresionante legión de ilustres amigos: «Uno se sorprende de no ser nada y haber estado rodeado de tantos genios». Este hombre, que se acerca al centenario, es artífice, cómplice y mantenedor de las más fructíferas relaciones amistosas y culturales de algunos de los españoles más universales de la cultura de nuestro siglo.

La Opinión de Málaga. 1 de diciembre de 2000
Alvaro García
Ya no quiere ser Pepín, y es normal que a los noventa y seis años le parezca un diminutivo impropio. A mí, en cambio, me parece de lo más propio; a esa edad, un diminutivo deja de serlo y se convierte en un mito. Está, no sé, el caso del último emperador de Occidente, Bill Clinton. No ha dejado de ser presidente por llamarse Bill en lugar de William. La misma Residencia de Estudiantes, tan sólida, tan histórica, en la que compartió años con Lorca, Buñuel, Dalí, sigue siendo diminutivamente la Resi, sin que eso le quite un ápice de seriedad y responsabilidad ante el pasado, el presente, el futuro. Pero en fin, tampoco le vamos a convencer y además, hay cosas más importantes de las que charlar con un testigo lúcido que no se conforma con la memoria y se queda hasta las cuatro y media de la madrugada tomando el lento whisky de la sabiduría y el buen ánimo.
… … … …
Pero, dejado aparte lo del nombre, me interesa hablar de todo lo que cabe en un fenómeno natural como la biografía de José Bello, que recorre generaciones de historia intelectual española como un río que sonriera. Ahora se empieza a saber que muchas de las películas y genialidades de la generación del 27 arrancan de observaciones hechas por el amigo de todos, que de paso ha escrito páginas, literalmente páginas, no todo va ser charla, que fueron comparadas por Azaña a las de Lord Dunsany. «Federico, ¿y quién es Lord Dunsany?». «Un humorista inglés». Al que Bello sigue sin haber leído.»Ni falta que hace». En la Resi los nuevos lo acribillan a poemas que a él le gusta que se reciten, es decir, que no se queden en información y encuentren en voz alta la música con nacieron. Se despide con abrazos y la sonrisa de un siglo.»Buenas noches, don José». Y nos quedamos hablando de Pepín. Para abarcar su grandeza.

NOTA DE PRENSA

Entre el numeroso público asistente se encontraba el periodista D. Luis Carandell, el jefe de la oficina del gobierno de Aragón en Madrid D. Juan Carlos Trillo, D. Alvaro García que acudió en representación de la Residencia de estudiantes y el escritor altoaragonés y biografo de Costa D. Venancio Diaz Castán.
Inició el acto D. Feliciano Llanas Vázquez, presidente de la asociación, quien después de leer el acta  de nombramiento de D. José Bello como socio de honor, evocó en un emotivo discurso la infancia y la juventud de D. José Bello en Huesca, donde no faltaron alusiones al padre de D. José, el importante ingeniero D. Severino Bello y a su hermano Antonio, que vivió y murió en Huesca. Posteriormente intervino D. Luis Carandell, que acudió al acto como amigo de D. José y de la Asociación Conde de Aranda, quien glosó la figura de Bello y las famosas tertulias madrileñas.
Seguidamente se  inció una amena tertulia, donde  José Jello demostró encontrarse a sus 97 años de edad en una envidiable plenitud intelectual. Repasó deliciosas anécdotas de la Huesca de primeros de siglo, donde el cacique Manuel Camo hacía la vida imposible a su padre, el brillante ingeniero Severino Bello. Habló de su paso por la residencia, y de su conocimiento de los principales protagonistas de la generación del 98, de la del 14 y por supuesto del 27. Contó como Unamuno preso de una terrible diarrea en Barbastro, encontró solución a su problema con un medicamento llamado «taponal», que se fabricaba en una prestigiosa farmacia barbastrense. Habló de Juan Ramón y de sus rarezas, que hacían
prácticamente imposible su trato. Se leyó la carta insultante que Buñuel y Dalí le enviaron a Juan Ramón. Dedicó como es lógico D. José mención especial para sus amigos del 27, centrando su intervención en la figura de Salvador Dalí, al  que tanto ayudó durante su estancia en la residencia, ya que según dijo: «Dalí no sabía nada de de nada, excepto pintar, eso si, como los ángeles. No sabía leer el reloj, ni que 25 ptas. eran 5 duros, hasta el punto que no se habia enterado de que su padre, que había enviudado, se había vuelto a casar con su cuñada.
Como colofón de esta memorable velada, D. Venancio Diaz, recitó varios fragmentos del poeta en Nueva York.