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Grupo de personas de los más variados orígenes y credos residentes en Madrid, con el fin de difundir los valores de la cultura aragonesa desde un criterio abierto y universal

Acto 68. «La Vida en Llamas» por Luis Alberto de Cuenca

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Cena Tertulia en el Café Gijón.

La Vida en Llamas

por Luis Alberto de Cuenca

Luis Alberto Cuenca es Poeta, traductor y ensayista español nacido en Madrid en 1950. Interrumpió los estudios de Derecho en la Universidad Complutense de Madrid para licenciarse en Filología Clásica. Es un miembro destacado de los poetas de su generación, caracterizado por cultivar tanto las formas clásicas como modernas, evolucionando hacia fórmulas personales que le han valido el reconocimiento de la crítica literaria.

Fue director de la Biblioteca Nacional y Secretario de Cultura del gobierno español, obtuvo el Premio de la Crítica con «La caja de plata» en 1985 y el Premio Nacional de Traducción con el «Cantar de Valtario» en 1987. De su obra poética también merecen destacarse, «Los retratos» 1971, «Elsinore» 1972, «Scholia» 1978, «Necrofilia» 1983, «El otro sueño» 1987 y «El hacha y la rosa» 1993. «Sin miedo ni esperanza recoge, en seis partes, sesenta poemas escritos entre 1996 y 2002 y su poesía completa hasta 1996, está contenida en «Los mundos y los días».

LA VIDA EN LLAMAS
Hace unos días, cuando preparaba esta presentación, recordé que, si bien no creo en la reencarnación, Luis Alberto de Cuenca bien podría ser la actualización de Meleagro. Meleagro fue un poeta helenístico que nació en Gádara, al Este del Jordán, y vivió aquel momento proceloso en que Pompeyo incorporaba el reino judío (sobre el 60 a.d. Cto.) a la República Romana. Cosmopolita, políglota, erudito, buen crítico literario, elegante, inteligente, atrevido, irónico, epigramatista, cantante del amor, Meleagro dedicó su vida al estudio y a la poesía mejorando a sus modelos… Pues bien, así veo yo a Luis Alberto de Cuenca, así veo este libro.
LA VIDA EN LLAMAS hace bueno ese dicho del autor de que “la poesía no es comunicación sino conocimiento”, es decir, una forma de reordenar lo conocido. Y es que la vida que canta, nuestra vida, está hecha de libros y películas, pero también de sueños y pesadillas. Es la vida que nutren los clásicos pero también los referentes más modernos. Porque en realidad La Vida en Llamas es un símbolo de un mundo, el nuestro, el de la refinada Europa, y un momento, el de esta nueva y decadente Roma que somos, amenazada por los fundamentalismos. Por eso es un libro hímnico pero elegíaco, es decir, que celebra pero que esconde una secreta melancolía; un libro que podría haberse titulado como aquella canción de Yes, Close to the Edge, o sea, Al Borde del Abismo; un libro con el que el se retoma el hilo de la poesía culta de la Generación del 27, esa de Jorge Guillén (pienso en su apartado Al margen) o Manuel Machado; ese hilo que cortó la Guerra Civil y la ominosa Dictadura de Franco, y que supo recoger el Grupo Cántico de Córdoba a pesar del desprecio de los poetas sociales; ese que recoge este libro, y que nos demuestra que la gran literatura de España ha vuelto a recuperar el pulso.
La Vida en Llamas es un conjunto de 80 poemas dividido en 7 partes de 10 poemas, y otra con veinte haikus. En ella, el poeta se muestra fresco, descarado, brillante, lleno de humor, políticamente incorrecto. Y es que Luis Alberto de Cuenca pertenece a ese grupo de autores que van a relevar a la generación de Caballero Bonald, Pablo García Baena, Félix Grande o Antonio Gamoneda. No sé dónde leí hace un tiempo que Luis Alberto admira a John Wayne. Pues bien, hace un año tuvimos aquí al fiscal Torres Dulce que le conoció en su rancho de EEUU, y nos contaba que aquel héroe de ese Homero moderno que era John Ford, recitaba de memoria versos de San Juan de la Cruz en español. Luis Alberto dice de los héroes que “Van a la guerra como quien va a una cita / de amor o amistad”, yo explicaría La Vida en Llamas dándole la vuelta a estos versos, la explicaría diciendo que hoy: “Los enamorados y los amigos van a las citas, como quien va hacia la muerte”, algo que hace más intensa la vida, como este libro.
Luis Alberto de Cuenca es la prueba viva de aquello que dijo Ernesto Cardenal, aquel poeta comunista y nicaragüense: “Nadie recuerda hoy si Dante era güelfo o gibelino”; la prueba de que en literatura sólo hay buenos o malos escritores, y lo demás es cuento; la prueba de que el mundo es heterogéneo como el amor que él canta. Por eso no me resisto a leer unos versos de su poema Políticamente Incorrecto, una prueba de su humor en esta República de las Letras donde pensar distinto es cosa de valientes: “Sé buena, dime cosas incorrectas / desde el punto de vista político. Un ejemplo: / que eres rubia. Otro ejemplo: que Occidente / no te parece un monstruo de barbarie / dedicado a la sórdida tarea / de cargarse el planeta. Otro: que el multi- / culturalismo es un nuevo fascismo, / sólo que más hortera (…) / dime cosas que lleven a la hoguera / directamente, dime atrocidades / que cuestionen verdades absolutas / como: No creo en la igualdad.” O dime / cosas terribles como que me quieres / a pesar de que no soy de tu sexo, / que me quieres del todo, con locura, / para siempre, como querían antes  / Las hembras de la Tierra.”
Luis Alberto de Cuenca ha mantenido el pulso lírico como no ha sabido hacer casi ningún poeta de su generación: nunca ha bajado el listón que se puso cuando comenzó y su poesía sigue igual de exigente, magnífica y tersa. La Vida en Llamas es la prueba. En fin, que hay que castigarlo. Tras Arturo y Javier, le toca a Luis Alberto y a Vila-Matas. A la Academia con ellos. Son de los pocos que se lo merecen.
José Luis Gracia Mosteo

 

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